domingo, 14 de noviembre de 2010

El trabajo ¿Tiene sentido?

Muchas veces nos preguntamos si el trabajo tiene un sentido en la persona. Hay gente que afirma que podría vivir sin trabajar (siempre y cuando tuvieran dinero, claro), mientras que hay otros que defienden que trabajar va más allá de ganar dinero.
 
Pongámonos a pensar! ¿Qué nos aporta el trabajo? Por supuesto dinero, y con ello poder permitirnos poseer o adquirir cosas, además de autonomía e independencia (aunque con el mil eurismo, esto no está totalmente garantizado), un orden y estructura, un sentido de pertenencia a “algo”. Estas son cosas muy valoradas en nuestra sociedad, aunque pensándolo mejor, todo esto ¿no podríamos conseguirlo solamente con la primera, el dinero? Es decir, con dinero puedo independizarme, organizar mi vida (por la mañana gimnasio y sesión de belleza, por la tarde clase de pintura), además puedo sentir que pertenezco a mi club de ajedrez.
 
Volvemos al punto de partida. Entonces ¿trabajar no tiene un sentido real? Si vamos a la parte más humana de la persona llegamos a la auto-realización, esa palabra infinita. Eso que está ahí, que llegado un momento de nuestra vida, cuando nuestras necesidades primarias se ven cubiertas, necesitamos alcanzar y nunca terminamos de lograrlo. ¿Puede el trabajo ayudarnos en este sentido?
 
Volvamos a pensar que nos aporta el trabajo en esa parte más personal y humana. Nos enseña a escuchar (o bien, nos obliga a callarnos en algunos momentos), a negociar, dialogar, ceder, a que no podamos llevar siempre la razón (aunque a veces la tengamos), a gestionar nuestra rabia (en general a controlar y dominar nuestros sentimientos), nos obliga a aprender a decir las cosas de otra manera (y no como dictan las entrañas), nos llena de responsabilidad y tenemos que aprender a trabajar tanto solos como coordinarnos con un equipo.
 
Por otro lado, en otros momentos llegamos a experimentar lo que es sentirnos “capaces de”, sentir como nos superamos  y evolucionamos (sobre todo si miramos atrás), o valorar (o que incluso nos valoren) nuestros méritos “de eso has sido capaz tú”, escuchar un “felicidades” o “enhorabuena”, levantarnos ante las dificultades y llegar a saber que si quiero, puedo. Esto influye en nuestra autoestima y va moldeando la percepción que tenemos de nosotros mismos. En estos momentos de éxito laboral es cuando utilizamos el dinero para salir a cenar y celebrarlo con nuestra familia y amigos.
 
Pues bien, llegar a desarrollar esas capacidades, encontrar el equilibrio entre los buenos y los malos momentos laborales, aprender de lo “negativo” y saborear lo “positivo” es todo un aprendizaje de la vida. Este aprendizaje se va incorporando a nuestra personalidad y va formando parte de nosotros dando forma a nuestra madurez. Con ello no quiero decir que sólo nos formamos como personas a través del trabajo, ¿pero ayuda?

No hay comentarios:

Publicar un comentario